El éxito fronterizo no anunciado de Trump
https://nypost.com/2019/11/07/trumps-unheralded-border-success/
Los horribles asesinatos en el norte de México esta semana a manos de sicarios del cartel de la droga son un claro recordatorio de que Estados Unidos y nuestro vecino del sur aún enfrentan importantes desafíos de seguridad. Sin embargo, la violencia eclipsa una historia de éxito de políticas sobre seguridad fronteriza: el esfuerzo de la administración Trump para frenar el flujo de posibles migrantes en la frontera, evitando que nuestra infraestructura de seguridad fronteriza se vea totalmente abrumada y reduciendo las oportunidades de abusos contra los derechos humanos de los migrantes y trata de personas por bandas criminales.
La razón por la que ya no ve la hipérbole sin aliento sobre los "niños en jaulas" que dominan los ciclos de noticias es porque entre mayo y agosto, los funcionarios fronterizos informan una fuerte disminución en los migrantes que intentan cruzar la frontera de los EE. acciones cayendo en un 70%.
En septiembre, hubo unos 40.000 arrestos, el mes más bajo de este año fiscal y menos que los casi 133.000 arrestos de mayo.
¿La razón? Determinación y presión sostenida por parte de la administración Trump —incluidas, sí, amenazas de aranceles— para convencer al gobierno del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de hacer su parte para detener el flujo de migrantes, en su mayoría de Centroamérica, que atraviesan territorio mexicano.
En junio pasado, para evitar la posibilidad de aranceles a los automóviles mexicanos, López Obrador acordó impulsar la aplicación de leyes migratorias y permitir que más inmigrantes esperen sus procedimientos migratorios estadounidenses en México.
Para tomar medidas enérgicas contra las rutas migratorias, México acordó enviar una Guardia Nacional recién creada a sus fronteras y desmantelar las redes de tráfico de personas. Miles de tropas están desplegadas en la frontera norte de México, donde han establecido 20 puestos de control. En la frontera sur con Guatemala están desplegados 12.000 efectivos, con 21 retenes.
Además, se han desplegado helicópteros militares en ambas fronteras para vigilancia aérea.
El presidente Trump ha expresado su agradecimiento por la respuesta mexicana. En su discurso de septiembre en la Asamblea General de la ONU, dijo: “Quiero agradecer al presidente López Obrador de México por la gran cooperación que estamos recibiendo y por poner ahora 27,000 soldados en nuestra frontera sur. México nos está mostrando un gran respeto, y yo los respeto a ellos a cambio”.
Naturalmente, no todos están contentos con lo que está haciendo el gobierno mexicano. La personalidad de los medios y defensor de las fronteras abiertas, Jorge Ramos, en un artículo de opinión reciente del New York Times, escribió: “El presidente Trump está usando a México. Y, contra toda lógica, México lo está dejando salirse con la suya. Esto tiene que cambiar”.
Pero López Obrador no merece el desprecio de Ramos. El presidente mexicano evidentemente entiende lo que Ramos no entiende. Dados los lazos profundos e integrados entre las economías de México y Estados Unidos, México no puede simplemente permitirse una relación contenciosa con ningún presidente estadounidense.
En una reciente conferencia de prensa, López Obrador defendió su posición: “Representamos a nuestro país con dignidad y no tenemos nada de qué avergonzarnos. Se defiende la soberanía de México. Al mismo tiempo, no queremos confrontación… Nos interesa especialmente una buena relación con Estados Unidos”.
No duele que tenga de su lado un cuerpo considerable de opinión pública. Las encuestas muestran que muchos mexicanos están cansados de ser una estación de paso para una mayor migración a través del país, viéndolo como una carga para la economía y los servicios de México.
No sorprende que los críticos de Trump permanezcan impasibles. Querían que la infraestructura fronteriza colapsara bajo el peso de la avalancha migratoria y abrumara a los tribunales de inmigración, lo que resultó en que decenas de miles de migrantes ingresaran a los EE. UU. con poca supervisión. Pero la administración Trump se mantuvo firme y pudo calmar la crisis.
Como lo indican los recientes asesinatos de ciudadanos estadounidenses, aún quedan grandes desafíos en la asociación entre Estados Unidos y México, incluidos los cárteles de la droga que distribuyen toneladas de cocaína, marihuana, metanfetamina y heroína en los Estados Unidos. Las presiones migratorias también deben abordarse mediante un plan de desarrollo regional para abordar las causas profundas de la migración en México, El Salvador, Guatemala y Honduras.
Finalmente, la Casa Blanca no puede llevar la carga sola. El Congreso necesita renovar un sistema de inmigración que no satisface las necesidades de los Estados Unidos en el siglo XXI. Solo al resolver los desafíos en nuestra frontera, en lugar de simplemente tratar de manejarlos, podemos brindar la seguridad y la prosperidad que ambas naciones merecen.
José Cárdenas sirvió en la administración de George W. Bush, enfocándose en América Latina y el Caribe.
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