Madrid bajo tierra, los secretos subterráneos de la ciudad
- Bajo el suelo de Madrid existe una auténtica ciudad subterránea, gran parte de la cual permanece inexplorada
- El Túnel de Bonaparte, el pasadizo de la Encarnación... por debajo de la ciudad hay túneles, cámaras, pasadizos, y hasta una mina de carbón.
No es algo en lo que pensemos cuando caminamos al sol y al aire de la ciudad, pero bajo nuestros pies, a muchos metros bajo tierra, existe otro Madrid, un oscuro entramado de túneles, pasadizos, refugios, prisiones, galerías, cámaras, … excavados a lo largo de los más de mil años de historia de la ciudad, siempre con la intención de ocultar algo a la vista. A la par que Madrid crecía hacia arriba, también crecía hacia abajo hasta formar una auténtica ciudad subterránea.
En 1612 se construyó un pasadizo para conectar el Monasterio de la Encarnación con el antiguo Alcázar de los Austrias, por orden de Margarita de Austria, esposa de Felipe III, a quien le venía muy bien para sus frecuentes visitas al Monasterio. No se trata ni mucho menos de un túnel oscuro y tenebroso, sino de amplias galerías bien iluminadas y con paredes decoradas con obras de arte, como correspondía a la realeza.
Del Palacio Real parten varios túneles a diferentes puntos de la ciudad
Felipe IV lo usó para ir a misa cómodamente y, cuentan las malas lenguas, que lo utilizaba, además, con fines menos beatos y para visitas más mundanas a una novicia del convento. Se abría desde las cocinas del viejo alcázar.
Tras el incendio que destruyó el Alcázar, en 1734, se levantó en su lugar el Palacio Real que hoy conocemos. Y, por supuesto, se excavaron nuevos pasadizos.
Por la cantidad de pasadizos que ordenaron excavar, parece que los Reyes de España tenían un intensa vida ‘subterránea’. Los pasadizos les permitían ir de un lado a otro sin ser vistos, salir de la ciudad, realizar visitas a escondidas o incluso ir al teatro. Existe, incluso, un túnel que lleva desde el palacio hasta el Teatro Real, y se abría directamente al palco que tenían los reyes en el Teatro.
Acceso directo a la farmacia
Uno de los túneles reales conectaba el alcázar con la ‘Farmacia de la Reina Madre’. Es el comercio más antiguo de Madrid y hoy continúa despachando al público en la calle Mayor. Fue fundada por el alquimista veneciano de Felipe II en el año 1578 y, en tiempos de Felipe V, fue la farmacia preferida de los Reyes, que no se fiaban mucho de la de palacio y preferían adquirir los medicamentos fuera para evitar envenenamientos.
La farmacia debe su nombre a la reina Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V y madre de Carlos III, a quien el boticario elaboraba con mucho mimo una crema facial para aliviar del rostro real las huellas de los disgustos que le causaban sus nueras.
Por el túnel se llevaban los medicamentos a palacio y posteriormente sirvió para escondite y trasiego de políticos y liberales. Y cuentan que también los frecuentó el madrileño que mejor ha conocido los subterráneos de la ciudad: Luis Candelas.
El famoso bandido tenía su guarida en los túneles que existen bajo la Plaza Mayor, que, además, le permitían escapar a la justicia. A su escondite se accedía por una entrada que comienza en lo que hoy es el restaurante “Las Cuevas de Luis Candelas”.
El túnel de Bonaparte
Este es el pasadizo que parece ser utilizó Alfonso XIII para salir del Palacio Real camino a su exilio, tras la proclamación de la Segunda República. El Ayuntamiento de Madrid y Patrimonio Nacional han firmado un convenio para rehabilitarlo y está previsto abrirlo en 2022.
Desde los sótanos de la Casa de los Vargas, en la plaza de la Paja, sale un túnel que llega hasta la capilla del Obispo de Plasencia, e incluso continúa hacia profundidades no exploradas. Permitía a la familia Vargas, una de las más poderosas de Madrid, para la que en su día trabajó San Isidro, acceder cómodamente a la capilla, construida a instancias suyas.
Muchos más túneles han agujereado las entrañas de Madrid a lo largo de los siglos: desde el Congreso de los Diputados partían varios, hay uno que cruza por debajo la carrera de San Jerónimo, otro, con columnas, que llevaba al templo del Espíritu Santo, …
En el Senado se excavó una galería de tiro subterráneo que utilizó Franco como búnker tras la guerra civil. En el Ateneo de Madrid existe un pasadizo por el que Manuel Azaña, que era también presidente del Ateneo, se desplazaba hasta el Congreso de los Diputados para sortear posibles atentados.
El Ministerio de Hacienda tiene también sus propios túneles, como el Pasaje de la Aduana, donde vivió Julián Besteiro los últimos momentos de la guerra. La Fábrica de Porcelanas del Retiro contaba con una red de galerías subterráneas que la enlazaban con Atocha, … No hay prácticamente edificio madrileño a poco que haya tenido cierta importancia, que no haya tenido sus propios pasadizos secretos.
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