viernes, 17 de noviembre de 2023

BAYER Y EL HOLOCAUSTO NAZI

La fundación de Bayer

 

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La empresa Bayer fue fundada en Barmen, ciudad de Renania, por el empresario Friedrich Bayer y su socio Johann Weskott. La empresa originalmente producía tintes sintéticos antes de expandirse a los mercados químico y farmacéutico. A principios del siglo XX, se había convertido en una empresa importante y poderosa en el escenario internacional.
Bayer obtuvo sus primeros éxitos en farmacología con la patente del fenobarbital (con el nombre de Veronal), un tratamiento temprano para la epilepsia, y la heroína (hoy una sustancia prohibida debido a su naturaleza adictiva) utilizada hasta 1910 como supresor de la tos y como una alternativa menos adictiva a la droga morfina. En 1939, uno de los científicos de Bayer, Gerhard Domagk, recibió el Premio Nobel por su descubrimiento de la sulfanilamida Prontosil, el primer fármaco antibacteriano producido comercialmente.

Si bien Alemania era un fabricante líder de productos químicos y farmacéuticos, la competencia internacional llevó a la creación en 1925 de un conglomerado masivo conocido como IG Farben. El conglomerado incluía a Bayer y otras empresas importantes como BASF, Hoechst (Aventis) y AGFA. Bayer siguió siendo una filial individual dentro del monopolio mayor. En 1926, el poderoso conglomerado tenía tres veces más activos que todas las demás empresas químicas de Alemania juntas.

Bayer y el Holocausto
Como parte del conglomerado IG Farben, que apoyó firmemente al Tercer Reich, la empresa Bayer fue cómplice de los crímenes del Tercer Reich. En sus actividades más criminales, la empresa aprovechó la ausencia de restricciones legales y éticas a la experimentación médica para probar sus medicamentos en sujetos humanos que no lo deseaban. Estos incluían pagar un anticipo al médico de las SS Helmuth Vetter para que probara Rutenol y otras sulfonamidas en pacientes deliberadamente infectados en los campos de concentración de Dachau, Auschwitz y Gusen. Posteriormente, Vetter fue condenado por un tribunal militar estadounidense en el juicio de Mauthausen en 1947 y ejecutado en la prisión de Landsberg en febrero de 1949. En Buchenwald, los médicos infectaron a los prisioneros con tifus para probar la eficacia de los medicamentos contra el tifus, lo que resultó en una alta mortalidad. entre los prisioneros de prueba.

Bayer estuvo particularmente activo en Auschwitz. Un alto funcionario de Bayer supervisó la fábrica de productos químicos en Auschwitz III (Monowitz). La mayoría de los experimentos se llevaron a cabo en Birkenau, en el bloque 20, el hospital de mujeres del campo. Allí, los médicos de Vetter y Auschwitz, Eduard Wirths y Friedrich Entress, probaron los productos farmacéuticos de Bayer en prisioneros que padecían y, a menudo, habían sido infectados deliberadamente con tuberculosis, difteria y otras enfermedades.

 Responsabilidad y Reparaciones

 Después de la guerra, algunos empleados de Bayer comparecieron en el proceso IG Farben, uno de los tribunales posteriores de Nuremberg bajo jurisdicción estadounidense. Entre ellos se encontraba Fritz ter Meer, que ayudó a planificar el campo de Monowitz (Auschwitz III) y la fábrica Buna Werke de IG Farben en Auschwitz, donde se habían llevado a cabo experimentos médicos y donde se desplegaron 25.000 trabajadores forzados. Ter Meer fue condenado a siete años, pero fue puesto en libertad en 1950 por buena conducta. Un resultado positivo de estos posteriores Juicios de Nuremberg fue el establecimiento del Código de Nuremberg, un producto del Juicio de los Médicos de Nuremberg que codificó prohibiciones contra los tipos de experimentación involuntaria llevada a cabo por Bayer en el sistema de campos de concentración.

En la inmediata posguerra, los aliados victoriosos dividieron el conglomerado IG Farben en empresas individuales. Bayer surgió como una empresa independiente. A mediados de la década de 1970, Bayer, junto con BASF y Hoechst, había regresado a la dominación económica, contribuyendo al “milagro económico alemán” y resurgiendo como una de las compañías farmacéuticas más grandes del mundo. Bayer, sin embargo, hizo poco para aceptar su pasado nazi. Fritz ter Meer, condenado por crímenes de guerra por sus acciones en Auschwitz, fue elegido miembro del consejo de supervisión de Bayer AG en 1956, cargo que ocupó hasta 1964.

Josef Mengele

 

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Mengele fue uno de más de una docena de trabajadores médicos que llevaron a cabo experimentos en prisioneros de Auschwitz. Entre estos médicos estaban los siguientes:

  • Eduard Wirths, el médico en jefe de Auschwitz.
  • Carl Clauberg, renombrado especialista en el tratamiento de la infertilidad.
  • Horst Schumman, quien asesinó con gas a miles de pacientes con discapacidades durante el programa nazi de eutanasia.
  • Helmut Vetter, el médico de las SS que hizo ensayos farmacéuticos para Bayer, subsidiaria de IG Farben, en prisioneros de los campos de concentración de Dachau, Auschwitz y Gusen.
  • Johann Paul Kremer, un profesor de anatomía.

Estos médicos consideraban que sus nombramientos en Auschwitz eran una excelente oportunidad de avanzar en sus investigaciones.

Una víctima del nazi Mengele demandó a la empresa Bayer

 https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/victima-nazi-mengele-demando-empresa-bayer_0_BJVxgBClRKg.html

 https://www.theguardian.com/world/1999/feb/19/julianborger

 https://www.cbsnews.com/news/bayer-accused-of-aiding-nazis/

Una víctima del nazi Mengele demandó a la empresa Bayer

Es una mujer que fue sometida a los experimentos con mellizos que hacía Mengele en Auschwitz Su hermana murió Y ella afirma que se usaban productos de Bayer y presentó una demanda en EE.UU.

 Eva Mozes Kor y su hermana melliza Miriam tenían apenas 9 años cuando Josef Mengele les inyectó en Auschwitz, el campo de concentración nazi, una serie de productos químicos supuestamente fabricados por Bayer como parte de los experimentos genéticos que realizó con un total de 1.500 mellizos.Miriam, murió en 1991 de una enfermedad al riñón provocada por aquellos experimentos. Pero Eva se encuentra todavía en buen estado de salud y determinada a que la gigante de la farmacéutica alemana pague por la muerte de su hermana.En la demanda que acaba de presentar contra Bayer en Indianápolis, Estados Unidos, Eva Mozes Kor acusa al poderoso laboratorio alemán no sólo de haber fabricado los productos que terminaron finalmente con la vida de su hermana, sino también de haber pagado a funcionarios del régimen nazi para participar en los terribles experimentos e investigaciones.La demanda, que se encuentra actualmente ante la Corte de Haute Terre, Indianápolis, y a la que Clarín tuvo acceso, dice textualmente que Bayer monitoreaba y supervisaba los experimentos.Titulada Eva Mozes Kor vs. Bayer Ag., la demanda es clara y precisa en sus cargos.Durante el Holocausto, Bayer proveía los productos químicos tóxicos a los nazis, incluyendo al Dr. Mengele, quienes lo utilizaban para hacer experimentos médicos grotescos con los mellizos, especialmente con niños, dice el escrito.

 Los nazis descubrieron los agentes neurotóxicos como armas de guerra química

https://theconversation.com/los-nazis-descubrieron-los-agentes-neurotoxicos-como-armas-de-guerra-quimica-146437

El desarrollo de sustancias neurotóxicas como armas de guerra química tuvo lugar durante la Alemania nazi, aunque, afortunadamente, estas sustancias no llegaron nunca a ser utilizadas durante la II Guerra Mundial por el Ejército del Tercer Reich.

No obstante, sentaron los pilares de una perversa línea de investigación sobre armas químicas que finalmente serían usadas, a finales de la década de 1980, en los conflictos bélicos de Oriente Próximo.

Finalizada la Gran Guerra, y al amparo del artículo 172 del Tratado de Versalles, Alemania sufrió el expolio de las patentes industriales de su industria química por su apoyo constante a la guerra química durante el conflicto, lo que hizo tambalearse a su potente industria de tintes y colorantes.

La industria química alemana entra en juego

Este hecho motivó la creación en 1925 de una enorme corporación industrial, llamada I.G. Farben (Interessen-Gemeinschaft Farbenindustrie Aktiengesellschaft), en la que se englobaron empresas como BASF, Bayer, Hoechst o AGFA, entre otras, y se incorporó a muchos de los más prestigiosos científicos e ingenieros de Alemania, incluyendo numerosos Premios Nobel.

 I.G. Farben estableció estrechos lazos con el partido nazi y financió gran parte de la campaña electoral que llevó a Adolf Hitler al poder, en marzo de 1933. Desde entonces, la presencia de I.G. Farben en los cuadros de decisión política del régimen no dejó de crecer, siendo calificada como “un Estado dentro del Estado alemán”. Y viceversa: la doctrina política nazi se impuso en I.G. Farben como credo corporativo.

Aplicación militar de los compuestos químicos

Un decreto del Reich obligó a remitir muestras de todo tipo de compuestos químicos sintetizados en el país a la Sección de Guerra Química de la Oficina de Armamento del Ejército Alemán (Wa Prüf 9), por si tenían alguna posible aplicación militar.

En cumplimiento de este decreto, I.G. Farben, una de cuyas líneas de investigación eran los insecticidas organofosforados, como el paratión y el malatión, envió sendas muestras de dos nuevos insecticidas, al descubrirse por una intoxicación causal su capacidad para inhibir la colinesterasa, por lo que su aplicación fue declarada secreto militar bajo el nombre codificado N-Stoff. Se trataba del tabún (etil-N,N-dimetil-fosforamidocianidato), sintetizado en 1936, y del sarín, sintetizado en 1938.

 Los efectos tóxicos de estas sustancias en humanos fueron ensayados, bajo la dirección de Wolfgang Wirth, en la Academia de Medicina Militar de Berlín, incluyendo prisioneros de campos de concentración. Un directivo de I.G. Farben declaró al acabar la Guerra: “Prisioneros de los KZ, que habían sido condenados a muerte, eran seleccionados… con el acuerdo de que si sobrevivían a los experimentos serían perdonados… No se les hizo ningún daño a los presos de los KZ, ya que se les habría matado de todas formas” .

 

 La principal propiedad farmacológica de todos estos agentes nerviosos era la inhibición irreversible de la enzima acetilcolinesterasa, responsable de la metabolización de la acetilcolina en las sinapsis. De esta forma, el exceso de acetilcolina ocasionaba la aparición de una gran cantidad de síntomas de intoxicación, como miosis, conjuntivitis, tos, disnea, cianosis, arritmias, erupciones cutáneas, náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal, temblores y convulsiones o confusión. 

 

 

Mapa con las instalaciones de IG Farben en 1943. Wikimedia Commons

A partir de 1940, se comenzó a producir tabún a gran escala, en una planta industrial construida conjuntamente por la Wa Prüf 9 e I.G. Farben en Dyhernfurth (Silesia), mientras que la producción industrial de sarín, en otra factoría construida en Falkenhagen, se demoró hasta mayo de 1943 debido a problemas con el manejo de una de las sustancias químicas necesarias en el proceso de fabricación, el ácido fluorhídrico, extremadamente corrosivo.

Hasta el final de la II Guerra Mundial se habían producido en sendas fábricas 12 000 toneladas de tabún y 600 toneladas de sarín, sustancias fabricadas con el nombre comercial de Trilone. El Trilone era una marca comercial de detergentes muy conocida en Alemania y se empleó con el objetivo de ocultar la verdadera identidad de estas sustancias.

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