martes, 23 de septiembre de 2025

El ascenso implacable del oro refleja un mercado en transición

 El oro y la plata suben mientras el dólar registra su mayor caída en 50 años

 https://goldsilver.com/industry-news/goldsilver-news/gold-and-silver-surge-as-dollar-logs-biggest-fall-in-50-years/

 https://www.fxstreet.com/analysis/gold-and-silver-to-the-moon-alice-202509231327

 Tras el notable repunte del año pasado, pocos creían que los metales pudieran repetir tal fortaleza. Sin embargo, 2025 ya lo ha eclipsado. Los inversores están invirtiendo en oro y plata a medida que el dólar se debilita, la inflación persiste y el crecimiento económico se tambalea. Lo que antes se consideraba un "año atípico" ahora parece el comienzo de una nueva era, una en la que el oro y la plata están recuperando su papel como moneda sólida.

 China presiona para convertirse en un centro de intercambio de oro 

El Banco Popular de China está aprovechando la Bolsa de Oro de Shanghái para incentivar a los bancos centrales de países aliados a comprar lingotes y almacenarlos en China. Al posicionarse como un centro de intercambio de oro, Pekín busca reducir la dependencia de las bolsas occidentales y profundizar los lazos financieros con sus socios. Si bien esta medida no desestabilizará al dólar de la noche a la mañana, indica un creciente interés por alternativas a las reservas en dólares. Si más bancos centrales diversifican sus operaciones en oro bajo la supervisión de China, la demanda de lingotes físicos podría aumentar, lo que representa un impulso favorable para los precios y beneficia a los inversores estadounidenses en oro, aunque refleja una menor confianza en el sistema impulsado por el dólar.

 El ascenso implacable del oro refleja un mercado en transición

https://www.investing.com/analysis/golds-relentless-climb-reflects-a-market-in-transition-200667329

 https://www.mining.com/gold-price-hits-another-record-with-powell-speech-in-focus/

 

La reciente subida del oro hacia los 3.800 dólares por onza es más que un simple repunte técnico. Es el resultado del debilitamiento del impulso económico estadounidense, una Reserva Federal firmemente en su estrategia de flexibilización y la búsqueda de inversores globales de cobertura contra la incertidumbre política. Cada nuevo récord revela una historia no solo sobre el lingote, sino también sobre la fragilidad del entorno de mercado que lo rodea.

Una ruptura que señaló más que los gráficos
El último tramo alcista comenzó con un simple evento técnico: los futuros superaron la resistencia de los 3.700 dólares y cerraron con una fuerte vela alcista. En teoría, esa era una señal clásica. Sin embargo, lo que le ha dado fuerza a este movimiento es que se produjo en un momento en que los inversores ya estaban ajustando sus carteras. Los precios al contado siguieron rápidamente la ruptura, alcanzando un nuevo récord justo por encima de los 3.759 dólares, y luego se estabilizaron en el mercado asiático en torno a los 3.747 dólares.

Los operadores ya no consideran al oro como una inversión gráfica a corto plazo. Están apostando por una historia más amplia, en la que el impulso en pantalla se alinea con el impulso de la macroeconomía.

La Reserva Federal como catalizador
El recorte de tipos de la semana pasada fue el detonante. Con los tipos de interés oficiales reducidos y la Fed señalando abiertamente una mayor flexibilización si el mercado laboral continúa debilitándose, el coste de mantener activos sin rendimiento ha caído drásticamente. El oro, que prospera en entornos de bajo rendimiento, es ahora el claro beneficiario.

Los inversores también están atentos a las próximas declaraciones del presidente Jerome Powell. La pregunta no es si la Fed volverá a recortar, sino con qué rapidez. Cada indicio de mayor flexibilidad refuerza los argumentos a favor del lingote, a la vez que subraya la incertidumbre sobre la independencia de la Fed y su capacidad para guiar la economía hacia un aterrizaje suave.

Más allá del mercado del lingote

El impacto del aumento del oro se está extendiendo a otras clases de activos. Las empresas mineras están atrayendo una renovada atención como beneficiarias directas. Los inversores en renta variable, en general, se encuentran atrapados entre el alivio que supone la bajada de los rendimientos y la inquietud que genera el mensaje de cautela del oro.

Los mercados de bonos reflejan la misma dinámica. Los rendimientos reales han estado bajando, pero en lugar de aumentar la confianza en los bonos del Tesoro, esta tendencia ha impulsado a algunos inversores a invertir en oro, cuestionando la sostenibilidad de la demanda de deuda estadounidense si la Fed se mantiene en un modo de flexibilización continua. La reciente debilidad del dólar no ha hecho más que avivar la tendencia, reforzando la idea de que este repunte se basa en los fundamentos macroeconómicos, no solo en los técnicos.

El camino a seguir para los inversores
El panorama alcista es claro. La continua debilidad del mercado laboral podría obligar a la Fed a realizar recortes más profundos, manteniendo los rendimientos bajo presión y la alta demanda de oro. En ese escenario, que los precios superen firmemente los 3.800 dólares parece una cuestión de tiempo más que de probabilidad.

El riesgo, sin embargo, reside en una inversión de la narrativa. Unos datos de empleo más sólidos o un cambio de tono más agresivo por parte de Powell podrían estabilizar el dólar y elevar los rendimientos, lo que incitaría a una toma de ganancias que arrastraría al lingote de nuevo hacia los 3.650 dólares.

Por ahora, la evidencia favorece a los alcistas. El oro se ha consolidado no solo como una inversión táctica, sino como una cobertura estructural. Cada nuevo récord subraya el escepticismo de los inversores sobre la resiliencia económica y la claridad política. En un mundo que se percibe cada vez más inestable, el oro se ha convertido en la única constante, y su ascenso hacia los 3.800 dólares refleja esa realidad.

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