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Ahora mismo estás viviendo los primeros capítulos de la Tercera Guerra Mundial, y el resultado de esta guerra derrumbará el dólar, pondrá fin a la hegemonía occidental, implosionará la OTAN, significará el fin de la UE y colapsará los mercados de deuda de Estados Unidos. La civilización occidental tuvo sus 80 años de dominio global, y eso está llegando a su fin. No tenía por qué ser así, pero los líderes y la cultura occidentales promovieron el consumo masivo de psicofármacos, los alimentos procesados, los pesticidas, los organismos genéticamente modificados (OGM), las operaciones psicológicas, las enfermedades mentales, el progresismo, la diversidad, la igualdad, la equidad, la normalización de la obesidad, la normalización de los crímenes de guerra y el genocidio, y mucho más. ¿El resultado? El fin del dominio de la civilización occidental sobre el planeta. El futuro mundo será multipolar, y las poblaciones occidentales se verán sumidas en la pobreza y el caos generalizados. Lo que ves en Francia ahora mismo es solo una pequeña muestra de lo que está por venir. Cambia moneda fiduciaria por oro si quieres sobrevivir financieramente a lo que se avecina, y sal de las ciudades si quieres sobrevivir físicamente.
https://www.jpmorgan.com/insights/global-research/currencies/de-dollarization
¿Qué es la desdolarización?
En resumen, la desdolarización implica una reducción significativa del uso del dólar en el comercio mundial y las transacciones financieras, lo que disminuye la demanda nacional, institucional y corporativa del dólar.
“El concepto de desdolarización se relaciona con los cambios en la demanda estructural del dólar que se relacionan con su condición de moneda de reserva. Esto abarca áreas relacionadas con el uso a largo plazo del dólar, como el dominio transaccional en el volumen de divisas o el comercio de materias primas, la denominación de los pasivos y la participación en las reservas de divisas de los bancos centrales”, afirmó Luis Oganes, director de Investigación Macroeconómica Global de J.P. Morgan.
Es importante destacar que este cambio estructural es distinto de la demanda cíclica del dólar, que es a más corto plazo y que, en los últimos tiempos, se ha visto impulsada por el excepcionalismo estadounidense, incluyendo el relativo rendimiento superior del mercado de valores estadounidense. “En los últimos años, el mundo ha apostado fuerte por el dólar, pero a medida que se erosiona el excepcionalismo estadounidense, debería ser razonable esperar que el exceso de posiciones largas en dólares también disminuya”, dijo Oganes.
¿Cuáles son las causas y las implicaciones de la desdolarización?
Hay dos factores principales que podrían erosionar el estatus del dólar. El primero incluye eventos adversos que socavan la percepción de seguridad y estabilidad del billete verde, así como la posición general de Estados Unidos como principal potencia económica, política y militar del mundo. Por ejemplo, una mayor polarización en Estados Unidos podría poner en peligro su gobernanza, que sustenta su papel como refugio seguro global. La actual política arancelaria estadounidense también podría provocar que los inversores pierdan la confianza en los activos estadounidenses.
El segundo factor implica acontecimientos positivos fuera de Estados Unidos que impulsan la credibilidad de las monedas alternativas, como por ejemplo, las reformas económicas y políticas en China. «Una posible moneda de reserva debe ser percibida como segura y estable, y debe proporcionar una fuente de liquidez suficiente para satisfacer la creciente demanda mundial», afirmó Alexander Wise, responsable de Estrategia a Largo Plazo en J.P. Morgan.
Fundamentalmente, la desdolarización podría alterar el equilibrio de poder entre los países, lo que, a su vez, podría transformar la economía y los mercados globales. El impacto se sentiría con mayor intensidad en EE. UU., donde la desdolarización probablemente provocaría una depreciación generalizada y un rendimiento inferior al de los activos financieros estadounidenses en comparación con el resto del mundo.
“En el caso de las acciones estadounidenses, la rentabilidad absoluta y relativa se vería afectada negativamente por la desinversión o reasignación de activos fuera de los mercados estadounidenses y una grave pérdida de confianza. También es probable que se produzca una presión alcista sobre los rendimientos reales debido a la desinversión parcial de renta fija estadounidense por parte de los inversores, o a la diversificación o reducción de las asignaciones de reservas internacionales”, afirmó Wise.
Comercio global
La participación de EE. UU. en las exportaciones y la producción mundiales ha disminuido en las últimas tres décadas, mientras que la de China ha aumentado sustancialmente. No obstante, el dominio transaccional del dólar sigue siendo evidente en el volumen de divisas, la facturación comercial, la denominación de pasivos transfronterizos y la emisión de deuda en moneda extranjera. En 2022, el dólar dominó el 88% del volumen de divisas negociado, cerca de máximos históricos, mientras que el yuan chino (CNY) representó tan solo el 7%, según datos del Banco de Pagos Internacionales (BPI).
Asimismo, hay pocos indicios de erosión del dólar estadounidense en la facturación comercial. "La participación del dólar estadounidense y el euro se ha mantenido estable durante las últimas dos décadas en torno al 40-50%. Si bien la participación del yuan chino está aumentando en las transacciones transfronterizas de China a medida que el país avanza hacia el comercio bilateral en su propia moneda, sigue siendo baja desde una perspectiva global", observó Oganes.
El dólar también ha mantenido firmemente su superioridad en lo que respecta a los pasivos transfronterizos, donde su participación de mercado se sitúa en el 48%. Y en la emisión de deuda en moneda extranjera, su participación se ha mantenido constante desde la crisis financiera mundial, en torno al 70%. "La diferencia con el euro, cuya participación se sitúa en el 20%, es aún mayor en este aspecto", añadió Oganes.
Los países están comenzando a abandonar el dólar y adoptar el yuan, la moneda de China, para evitar las altas tasas de interés en Estados Unidos y reducir los costos de la deuda externa.
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